Y me quedé allí sobre la escalera, donde Ella decidió que esperase, a medio camino entre el placer que intuía en el piso de arriba y el dolor que escondía la salida de incendios. Y aguanté allí, estoicamente entregado, sumergido en los pocos recuerdos que había logrado reunir.
Pasaba el tiempo y ningún músculo olvidaba el hecho de encontrarse en aquella incómoda postura. Las cuerdas disfrutaban como nunca buscando sus límites, cumpliendo su objetivo y saciando su sed con algún lamento desertor de mis ojos.
Y nadie subió, nadie bajó, nadie habló; nada escuché y sin embargo mucho sentí. Imaginé sus pasos, pero se hizo el silencio y busqué el equilibrio para no sufrir más de lo necesario. Mas debía pagar, debía entender y debía aprender para no repetir.
Y cayó la noche y agradecí estar así; lo agradecí porque era necesario. "9 horas, 9 horas, 9 horas es demasiado", repetí una y otra vez ya cansado. Y los párpados pesaron, sonreí vagamente al recordar que estas cosas ocurren, y cayeron; lo hicieron como un telón de acero que me apartó de la realidad y la mente se apagó sin previo aviso. Ya era una estatua de piedra.
Pasaba el tiempo y ningún músculo olvidaba el hecho de encontrarse en aquella incómoda postura. Las cuerdas disfrutaban como nunca buscando sus límites, cumpliendo su objetivo y saciando su sed con algún lamento desertor de mis ojos.
Y nadie subió, nadie bajó, nadie habló; nada escuché y sin embargo mucho sentí. Imaginé sus pasos, pero se hizo el silencio y busqué el equilibrio para no sufrir más de lo necesario. Mas debía pagar, debía entender y debía aprender para no repetir.
Y cayó la noche y agradecí estar así; lo agradecí porque era necesario. "9 horas, 9 horas, 9 horas es demasiado", repetí una y otra vez ya cansado. Y los párpados pesaron, sonreí vagamente al recordar que estas cosas ocurren, y cayeron; lo hicieron como un telón de acero que me apartó de la realidad y la mente se apagó sin previo aviso. Ya era una estatua de piedra.
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