No sé cuántos voy a recibir. Ni siquiera sé por qué los voy a recibir; ya tendré tiempo luego para descubrirlo. Lo único seguro es que cuando termine de azotarme, pasaré la noche en el rincón de la reflexión.
Está así establecido. Ella se meterá en la cama y yo me levantaré e iré directo a la habitación de invitados. Curioso nombre para una habitación en la que no hay absolutamente nada salvo una webcam apuntando directamente hacia una de las esquinas.
Entraré, activaré la cámara para que ella pueda verme desde su habitación y me quedaré toda la noche de pié, desnudo y con las manos en la espalda en mi rincón. Pensaré en qué hice mal, qué fue lo que le molestó, qué es lo que debo hacer para que no se repita y qué voy a hacer mañana para compensarle.
Sé lo que hará ella mientras. Su habitación está a una temperatura perfecta: es una de las normas básicas que debo cumplir diariamente. Se desnudará lentamente mientras me observa y sonreirá. Le encanta sentir ese enorme poder sobre mí. Adora esa libertad de hacer y conseguir todo lo que quiere: esa es mi misión, ese es mi sentido.
Luego, se deslizará magistralmente entre las sábanas, pondrá ese disco de nocturnos de Chopin que tanto le gusta, y poco a poco se irá quedando dormida mientras las sábanas acarician dulcemente todo su cuerpo. No perderá la sonrisa, nunca la pierde. Es su mejor arma.
Ha terminado. Es hora de ir al rincón de la reflexión.
"Pensaré en qué hice mal, qué fue lo que le molestó, qué es lo que debo hacer para que no se repita y qué voy a hacer mañana para compensarle".
ResponderEliminarjeje, esa es mi biblia del sumiso.
Me derrite la foto, y no es por las nalgas enrojecidas.
No sé por qué será que no me sorprende que lo sea...
ResponderEliminarDerrítete a gusto: estás en tu casa, claro. :P
Buenas noches!