domingo, 23 de diciembre de 2012

Al otro lado de la cama

Me habéis descubierto. Escribo desde una playa, en las Bahamas, que compré con una ínfima parte (el resto lo invertiré en deuda pública para aprovechar el tirón de la crisis) de lo que me ha tocado en el sorteo de lotería que se celebró ayer... (Antes de que os pongáis el pasamontañas y os dirijáis hacia aquí tengo que confesar que... hay tiburones rodeando la isla y no les suelo dar de comer).

A lo que iba...



¿Quién elige?
Si te toca elegir a ti, sumiso, [yo, personalmente,] cedería el derecho porque seguro [pienso] que tiene trampa la pregunta...
¿Qué lado me tocará a mí si elige Ella?
Seguro, me da a mí un pálpito, que te toca el más amplio [que te corresponde].

Por descontado decir que Ella, porque le da la gana y punto, podría decidir intercambiar su lado por el tuyo (en algún universo paralelo...) o incluso quedarse con tu lado también (las hay perversas con ganas eh...). No olvidemos sobre todo, que Ella siempre elegirá en todo momento cuál es tu sitio (imagina que pasa si te manda a buscar otro... pero también puedes imaginar que quita los límites (soñar es gratis)...).

Notas aclaratorias
- Por si alguien tiene dudas, por norma general, la [persona] que elige suele tener en cuenta como criterio principal el espacio y su comodidad...

- Si un día llegas, no hay referencias (las fundas se lavan) y nadie te dijo nada (no es necesario)... Échale imaginación a lo que te toca hacer ;)

- No se me olvide advertir, a desaprensivos e incautos, que el espacio de aguas internacionales que separa ambos lados... ¡es suyo!

Ahora, si me disculpáis, tengo que ir a buscar cocos (las islas desiertas son un coñazo).

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