lunes, 23 de julio de 2012

Sin vía de escape

- No puedes huir, no puedes evitarlo, no puedes hacer absolutamente nada. Estás cómo a mi me gusta que estés: en mis manos. Sufrirás el destino de tus propias ganas de reir. ¿Dulce condena no? Hummm... se me olvidaba que tampoco puedes hablar jajaja. Mejor, creo que va a ser una laaaarga noche y no está bien que interrumpas el descanso de la vecina del piso de arriba con tus ruiditos ¿VERDAD? -preguntó ella mientras sus dedos comenzaban a ritmo frenético la tortura prometida.

- MMMMMMmmmmFFFFfffhhh!!!...mmm..mmmff..mMMMMMMMMMGHHHHH!! -Mis palabras se ahogaban rápidamente en aquella mordaza.

- Sssssshhhh... Cállate. Pórtate bien y no me hagas enfadar, no te conviene y lo sabes. Ya veo que todavía no has aprendido quien manda. Aprenderás... no te preocupes jejej -me susurró al oído con una perversa sonrisa mientras su mano palmeaba repetida y suavemente mi cara.

- Basta de charla! Volveré a empezar a ver si esta vez sabes comportarte. - Exclamó propinándome una bofetada que resumía lo que esperaba de mí en este nuevo intento...

- mmff..mf...mm...

- Así me gusta muñeco... Vas mejorando! jajaja

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