domingo, 10 de febrero de 2013

Eres cómplice

Está sobre mí, pero no siento su rodilla oprimiendo mi torso desnudo. Tira de mí, pero no noto una cuerda rozándome el cuello. Lo que si noto es su mirada; es intensa, penetra en mí sin encontrar obstáculos y, aunque cierre los ojos, sigue ahí: lo presiento.

El corazón se acelera y la respiración parece responder a cada movimiento de sus ojos. Mis brazos y piernas no reaccionan, eligen seguir su camino hacia el reposo absoluto.

Me mira. Me mira y no dice nada, me mira y lo dice todo. El que calla no siempre otorga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario