Y es que casi siempre los pequeños detalles son los más importantes: domina cada rincón de mí y cada rincón se someterá a ti...
- Quédate quieto, perrito. No te muevas.
- (Dios! tan cerca...) Sí, Señora!
- Zen. Zen, hombre.
Uno, mil.
Jesús, Alá, Buda.
Dos, mil. No puedo esperar... Café!
- Zen. Tú eres zen, tío. ...Esta jarra deliciosa? Ni siquiera está aquí.
No! Sólo es tu cerebro de simio. Tres, mil.
Oh, Dios. Cafeeeeeeé!
Y a mí que me parece una metáfora... Que el café es otra cosa, y que basta con prohibirla para que él no piense en nada más que en eso. Aunque puede ser también que le echo mucha imaginación.
ResponderEliminarPues sí, debe de ser una metáfora aunque tú de imaginación vayas sobrada siempre :P
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